El Doctor Velasco Ibarra, ícono del populismo ecuatoriano
Por Luis Miguel Rivera
Hablar del Doctor Velasco Ibarra, es hablar de un hombre de inmortalidad en el Ecuador, ya que el fue uno de los pioneros en la verdadera política ecuatoriana, bien sea por sus acciones o por sus obras, él dejó su legado impregnado en la historia de la patria. Fue un hombre a carta cabal, un caballero que de inesperado, mientras se encontraba en sus estudios superiores en la ciudad de París, fue elegido Diputado por Pichincha, por lo que tuvo que regresar a asumir su nuevo cargo político. A partir de ese suceso el Doctor Velasco se dio a conocer en el ámbito nacional del Ecuador, convirtiéndose en un líder innato desempeñando el cargo de Presidente del Congreso Nacional, para que en 1934 llegase a ser Presidente Constitucional de la República. El doctor Velasco, sin duda alguna fue un personaje capaz de dirigir a la patria hacia el progreso, a pesar de la situación en la que se encontraba; lastimosamente nunca faltan los traidores, los mismos que siempre dan la puñalada por la espalda, los que esperan como buitres para acaparar el poder. Tras todas las agrestes situaciones que tuvo que pasar el siempre mantuvo la cordura y supo tener buenas relaciones con sus contrincantes políticos.
En cuanto al aspecto familiar, siempre fue una persona cuidadosa del hogar y de su aspecto familiar, fue en 1938 cuando conoció a su alma gemela la Sra. Corina Parral de Velasco Ibarra, con la cual compartió en la salud y enfermedad, en la riqueza y literalmente en la pobreza. Fue con ella que logró sus más grandes anhelados sueños, sin duda junto a ella consiguió la felicidad, la que tanto necesitaba un líder preocupado solo por el bienestar de su país, sin importarle siquiera su prosperidad económica. En pocas palabras se lo puede definir como quizá el único y el político más honrado de la historia de la República.
En cuanto a la historia es juzgado como uno de los máximos exponentes de la oratoria nacional, su verbo lo convertía en un hombre célebre en cada pueblo que visitaba, sin duda sus palabras eran las evocaciones de las necesidades refulgentes de la patria y todas sus necesidades. Sus palabras se mantienen hasta la actualidad, ya sea por su coherencia o por su originalidad y carácter.
En conclusión un presidente digno de la admiración publica y de la memoria colectiva de todo el Ecuador, ya sea por su elocuencia, virtudes, fogosa oratoria, distinción honradez, amistad y por haber iniciado las obras más importantes en vialidad, regadío, vivienda y empleo, las mismas que fueron estancadas por las constantes dictaduras que arrebataban el poder para satisfacer sus deseos de enriquecimiento a costa del desangrado Ecuador.
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